La fortaleza del tiempo by Vicente García

La fortaleza del tiempo by Vicente García

autor:Vicente García [García, Vicente]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 2015-12-15T00:00:00+00:00


Capítulo 22: Acción, reacción

Al día siguiente no hubo clases. Ni entrenamientos. Ni actividad alguna. La Fortaleza entera parecía dormitar tras los excesos de la noche anterior. Sarah se pasó la mañana en su habitación con un horrible dolor de cabeza, esperando resignada a que el Consejo la convocara para hablar del tema de la varita. Al menos Anticuario estaba con ella cuando la varita la eligió y nadie podría acusarla de hacer trampas, si es que podían hacerse en casos como aquel.

Pero nadie llamó a su puerta.

Al menos fue un día relativamente tranquilo. No así el siguiente.

Desde el momento en que entró en clase de magia notó que el ambiente era, por decirlo suavemente, gélido. Los magos nunca habían sido demasiado respetuosos con el resto de los mortales. Pero además ella era una humana de las dimensiones estándar. ¿Qué sucedería si ella decidía regresar? ¿Se llevaría consigo la sagrada varita? ¿Podrían los humanos analizarla y estudiarla a su antojo?

El profesor tenía sentimientos encontrados. Por un lado, estaba claro que aquella chica debía ser especial, al margen de lo sucedido con la varita, o no se la habrían endosado una y otra vez en sus clases, de forma sistemática, a ella y a sus hermanas —o lo que fueran—. Por otro lado, todas ellas sin excepción habían renegado educada pero firmemente de la magia. Y para él la magia era su vida.

Así que, sin decidirse a tomar partido, se limitó a impartir la lección prevista y obviar el espinoso asunto de las varitas, esperando que la cosa se aclarase por sí sola. Quién sabe, igual con el tiempo esa chica acababa mostrando cualidades mágicas, aunque se le ocurrían pocas cosas más improbables.

Quienes no pensaban dejar pasar la oportunidad de decir lo que pensaban eran sus compañeros. Cuando el profesor se alejó de la sala al finalizar la clase, tres de ellos se acercaron a Sarah, que se había pasado toda la hora jugueteando con la varita. Con mi varita, pensó con sorprendente afecto.

—¿Cuándo piensas devolvernos la varita?

—¿Perdona? —Sarah, hasta entonces ensimismada, alzó la vista. Un corrillo de iracundos magos la rodeaba.

—No te hagas la idiota —dijo Hapka, que parecía el cabecilla de aquella rebelión—. Sabes de qué te estamos hablando. Tanto rollo con que no te gusta la magia y ahora vas y te quedas con la varita.

—Vaya, no sabía que se pudieran devolver —dijo Sarah, displicentemente—. Pero os prometo que lo consultaré y os comunicaré cómo están las cosas.

—No hay nada escrito al respecto y lo sabes —prosiguió Hapka. Era un adolescente brillante y engreído desde que pasó a la historia por ser el mago más joven del colegio en obtener su varita, hacía ya tres años—. Te pedimos que devuelvas lo que no es tuyo, por respeto.

—Me temía algo así —contestó Sarah—. Creo que no me corresponde decidir esas cosas. Supongo que habrá algún tipo de procedimiento, pero no creo que eso debáis decidirlo ni tú ni tus coleguitas. Tu actitud sí que me parece una completa falta de respeto contra lo que predicas.



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